lunes, 15 de septiembre de 2008

That's all folks!

Pues ya ha terminado la aventura. Salimos de Cordova en ferry el viernes a las 8:30 am, y hemos llegado a Madrid el domingo a las 15:15. Una paliza.

Lo bueno del viaje de regreso es que seguimos una ruta por el paralelo 82, rozando el norte de Groenlandia. El efecto fue el de un verano ártico: el sol no se acabó de ocultar sino que estuvo un par de horas sobre el horizonte y volvió a subir. Y a la Luna llena le pasó lo mismo: apareció por el horizonte y estuvo allí un par de horas hasta que se ocultó. Esta fotografía es de esos momentos, con la luna llena sobre la costa de Groenlandia.

Al final tuvimos suerte con el tiempo en Fairbanks y Denali, pero en Cordova estuvo lloviendo todo el tiempo. Alaska tiene un tiempo impredecible, y puedes tener suerte o pasar toda tu estancia con mal tiempo. Pero si se tiene buena suerte, Alaska es impresionante y no te decepcionará.

Espero que os haya resultado entretenido este blog. Es el primero que hago y mi ordenador de viajes (un IBM ThinkPad X31 comprado por eBay) tiene el teclado AZERTY, por lo que a veces me confundo con las teclas. Pero lo importante era el mensaje, el poder contaros nuestras andanzas por el otro lado del mundo en tiempo casi real.

¿Cuál será la próxima aventura? No lo sé. Pero intentaré también compartirla con vosotros.

Hasta pronto,
Juan

The Pipe


The Pipe: así es como llaman en Alaska al oleoducto que va desde los yacimientos del Ártico a Valdez, en el Prince William Sound. Son 800 millas de Norte a Sur, atravesando todo el estado. Dicen que fue la obra de ingeniería privada más difícil y costosa. y a juzgar por los problemas que tuvieron que solucionar, puede que tengan razón.

Como ya sabéis, el oleoducto no ha dado problemas hasta ahora, pero el petrolero Exxon Valdez vertió 11.3 millones de galones de crudo en el PWS en 1989, en lo que fue la mayor catástrofe ecológica de los EEUU.

Allan, el anfitrión del B&B de Fairbanks trabajó en el oleoducto y estaba muy orgulloso de su obra. Nos dejó un DVD sobre su construcción en el que aparecía Allan diciendo que mientras trabajaba de profesor ganando $100.000 al año vió un reportaje de la construcción en una revista y le llamó la atención una fotografía en la que aparecía un obrero mostrando su cheque mensual de $15.000. Allan echó cuentas y decidió mudarse a Alaska y trabajar en la construcción del oleoducto, donde fue Pipeline Teamster.

Un personaje muy interesante ese Allan, con el que me habría gustado hablar más tiempo. Estaba convencido de que Obama debía ganar las elecciones para devolver la dignidad a su país, y decía que no parecíamos hispanos, que parecíamos más europeos -estuvo un tiempo trabajando en Dinamarca y su mujer es mexicana.

Como decía, el oleoducto tuvo que ser diseñado para soportar condiciones muy adversas de temperatura, y tuvieron que idear un sistema de soportes ventilados para que no se hundiera en el permafrost del norte del estado. En la foto podéis ver el sistema que idearon para que los frecuentes terremotos no partieran la tubería: colocaron unas vigas en el suelo sobre las que puede deslizarse la tubería hasta 20 pies lateralmente y 5 pies en vertical, en caso de movimietos de tierras. Esto le permite soportar terremotos de hasta 8.5 en la escala Richter. ¡Toda una proeza técnica!

viernes, 12 de septiembre de 2008

Child glacier


Cordova es una pequeña ciudad a la que solo se puede acceder por barco o por avión. Aquí llegaba el mineral de las minas de Kennikott por tren, pero con el cierre de las minas se dejó de mantener la vía del tren y ya solo quedan unas 50 millas que se han convertido en una pista apta para automóviles. Las primeras 13 millas son asfaltadas, y llevan al aeropuerto; el resto son de gravilla, y se puede circular con un turismo normal con cuidado. Al final de esta carretera -a la que llaman Cooper River Highway- se encuentra el Child Glacier campground, donde pensábamos pasar dos noches.

Esta carretera cruza el delta del Cooper River, un enorme delta donde se concentran grandes cantidades de aves migratorias, y da acceso a varios glaciares de la zona. El de más fácil acceso es el glaciar Child pues se llega en coche hasta un mirador a unos 500m del frente, de unos 100m de altura. Este glaciar es el único que está avanzando en Alaska y constantemente se oyen crujidos y bramidos, y se ven trozos de hielo caer al rio Cooper. Tan cerca está el mirador del frente que las olas que producen los bloques al caer pueden llegar a cubrir el mirador, dejando restos de rocas y salmones en la tierra. Los osos del lugar vienen frecuentemente a este sitio a ver si pillan uno de esos salmones.

Esa era nuesta intención pero el tiempo nos obligó a cambiar los planes. Como estuvo todo el dia lloviendo, no pudimos ver ningún ave en el delta; al llegar al glaciar seguía lloviendo y hacía viento de cara, por lo que no podíamos tomar fotografías sin que se nos mojaran los objetivos. Tenía intención de filmar la caída de los bloques de hielo en cámara lenta (300 fps) pero fue imposible tomar imágenes de suficiente calidad, debido al viento y la lluvia.

La noche no fue mejor: no dejó de llover ni un minuto y constantemente se escuchaban las caídas del hielo, como si fueran los truenos de una tormenta cercana.

Pero lo que nos hizo desistir de seguir allí un dia más es que la carretera circula paralela al rio durante un buen tramo, y habíamos visto al venir que el río estaba empezando a desbordarse. Un campista nos dijo que cuando se desborda se inunda la carretera y hay que sacar a la gente en helicóptero, dejando los coches allí hasta la primavera. Y que en los últimos cinco dias había subido el nivel del agua medio metro.

Así que a la mañana siguiente recogimos el campamento como pudimos y nos despedimos de uno de los objetivos de nuestro viaje, casi sin apenas haberlo disfrutado. Y durante los tres dias siguientes hemos estado secando todo el material que se nos empapó en ese camping.

La fauna marina del Prince William Sound


En nuestro viaje desde Denali a Cordova decidimos parar un dia en Whittier para realizar un crucero y ver la vida salvaje de esta zona. Por esta pequeá población teníamos que pasar obligatoriamente porque es desde donde se coge el ferry a Cordova (está bien escrito, aqui en Alaska es con 'v'). El único problema es que en Whittier suele hacer muy mal tiempo y era una lotería que justo el dia programado hiciera bueno.

Cuando llegamos estaba lloviendo. La anfritiona de nuestro B&B nos dijo que este verano solo habían tenido dos dias sin lluvia y que los 5 dias siguientes eran de mal tiempo. Entonces llamamos al capitán del barco que habíamos contratado por internet, y nos dijo que se preveía mucho viento hacia las 13:00 por lo que había que salir muy tempranito, y nos emplazó a las 6:30 am en el puerto para decidir si ir o no ir.

Así que allí nos presentamos, de noche todavía, para ver si nos arriesgábamos o nos quedábamos sin crucero. Tras muchas deliberaciones nos decidimos por el riesgo y le dijimos que sí.

El capitán era un tipo peculiar, como todos los de aquí: pelirrojo de larga melena, 48 años, en la temporada alta se dedica a servir de guia para cazar osos y alces, y utiliza su barquito para la pesca del salmón y el halibut. Durante el invierno trabaja en Anchorage en el aeropuerto, en el servicio de mantenimiento de pistas.

El cielo estaba cubierto pero no llovía ni hacía viento. El mar era un balsa de aceite. Poco a poco nos fuimos acercando a una zona donde pudimos disfrutar de las luchas de los leones marinos por hacerse con un hueco en las rocas. Son muy escandalosos y había más de un centenar. Esta foto es de ese momento.

Ya amanecido, nos dirigimos hacia la zona donde se habían visto ballenas jorobadas los dias anteriores. El capitán se lleva muy bien con un grupo de científicos que las está estudiando y comparten información de avistamientos, por lo que suponíamos que sería muy probable verlas. Y así fue: vimos muchas, con un mar en completa calma y sin nada de viento, aunque de vez en cuando llovía un poco. Incluso vimos a una saltar, provocando una enorme salpicadura de agua al caer.

Como se acercaba la hora del viento, el capitán decidió volver, pero de pronto se encontró con un grupo de orcas y estuvimos siguiéndolas un rato largo. Aquí también vimos a una saltar.

Al pasarnos de la hora el viento empezó a arreciar y el mar se encabritó un poco, haciendo saltar el barquito más de lo deseado. Nada más emprender el regreso el capitán para el barco y abre un motor: una pala de la hélice se había dañado. Nos dijo que no era grave, que tenía de repuesto. Lo curioso es que no es una hélice de aluminio sino de plástico, y cada pala en una pieza independiente, así que cambió esa pieza y listo.

Llegamos casi a las tres, con mucho viento ya, pero contentos por haber visto la increibe fauna marina del Sound.

domingo, 7 de septiembre de 2008

No hay mal que por bien no venga


Debido al incidente de la desaparición de nuestros útiles de cocina que ya comenté anteriormente, tuvimos que acampar en el primer camping de Denali, el Riley Creek. Llegamos al mediodía y decidimos aprovechar la tarde realizando un sencillo paseo a un lago cercano donde nos dijeron que había unos castores. La tarde era magnífica, con algunas nubes pero muy templada. Cuando llegamos al algo vimos una familia de castores de 3 miembros, tan atareados en sus accareos de ramas que apenas nos prestaban atención. Aprovechando la ocasión e intentando no molestarles nos fuimos acercando hacia ellos, hasta llegar a pocos metros de distancia. Nos sentamos sin hacer ruido -excepto el de las cámaras, claro- y disfrutamos de una hora y media de la vida de los castores. Tan cerca estábamos de ellos que ¡les oíamos roer las ramas! La cría del año no hacía más que imitar a sus padres, emitendo de vez en cuando esos característicos sonidos parecidos a los de un gatito.

El caso es que estaba yo concentrado filmando a un adulto en la orilla cuando el otro adulto sale del agua acarreando un tronquito, apenas dos metros a mi izquierda. Creo que no se había dado cuenta de que yo estaba allí, de tan callado y camuflado que estaba. Me giré lentamente para intentar filmarle y entonces me vió: se volvió hacia mí, vió que no era un peligro y siguió su trabajo. Esta foto es justo ese instante. Por supuesto, obtuve una interesante secuencia en alta definición de ese momento.

Si no llegamos a tener el problema y no nos cambiamos de camping no habríamos tenido la oportunidad de disfrutar de los castores, así que no hay mal que por bien no venga.



Los fotógrafos de Denali


En todo parque nacional de Norteamérica siempre puedes encontrar infinidad de fotógrafos, muchos de ellos profesionales. Yo calculo que de todos los campistas de Wonder Lake un 80% eran fotógrafos. Y su rutina de trabajo es bastante agotadora: se levantan a las 5:00, se toman algo caliente y se van al sitio que han escogido para fotografiar el amanecer o algún animal que ya saben por dónde va a pasar. Regresan hacia las 10:00, comen algo y se van a dormir. Durante el día están en el campamento, revisando el material, escribiendo o contando batallitas. Luego cenan y un par de horas antes del anochecer se van de nuevo al trabajo. Hacia las 11:00 están de vuelta y se van rápidamente al saco pues, si la noche es despejada, hay que probar a hacer unas auroras.

Nosotros seguimos este ritmo cuando estuvimos allí y os puedo asegurar que es agotador. Una fotógrafa de paisajes se quemó el forro polar mientras cocinaba y nos dijo "Claro, con este agotamiento es normal que pasen estas cosas". Supongo que te acabas acostumbrando y que siendo tu profesión lo tomarás de otra manera. Desde luego el resultado es el esperado y las imágenes que se pueden obtener merecen la pena el esfuerzo.

Pero seas aficionado o profesional de lo que no me cabe la menor duda es que tienes que ir al menos una vez en la vida a Denali en Otoño: el colorido es excepcional y puedes pasarte horas fotografiando paisajes formas, colores y por supuesto animales.

La imagen de hoy es de un caribú, realizada desde el autobús, que por cierto es el mejor sitio para ver animales.

Wonder Lake campground


El camping de Wonder Lake se encuentra situado casi al final de la única carretera que recorre el parque de Denali. Solo se puede acceder mediante uno de los autobuses oficiales, tras unas 6 horas de camino de tierra. Si vas a acampar debes coger un Camper Bus, que tienen espacio atrás para llevar el equipo de acampada, la comida etc.
Hay que llevar todo lo que puedas necesitar menos el agua, pues allí hay agua potable y servicios con agua corriente (por supuesto fría). Existen unos habitáculos con cierre anti-osos en donde hay que dejar todo lo que produzca olor, como comida, utensilios de cocinar, cremas y jabones, pues en la tienda no se debe dejar nada que pueda atraer a esos animales. Tampoco se debe cocinar al lado de la tienda sino en unas mesas alrededor de esos habitáculos, también por el mismo motivo.
Pero todos los inconvenientes se superan cuando descubres las increibles vistas que tienes desde cualquier tienda, pues se divisa todo el Alaska Range, incluido el monte Denali. Nosotros tuvimos mucha suerte y estuvo despejado los dos dias que estuvimos allí.
El único problema que tiene es que solo hay dos autobuses para salir de allí y poder visitar otras zonas del parque, y salen a las 6:30 y a las 7:30 de la mañana, horas bastante intempestivas. Si coges otros autobuses más tarde entonces apenas te da tiempo de ver nada y ya tienes que volver.
El ambiente en el camping es excelente, con gente amante de la naturaleza y muchos, muchos fotógrafos. Suele ser gente respetuosa y dispuesta a ayudar en lo que haga falta.
Nuestra intennción era estar 3 noches en ese camping pero un incidente nos obligó a partir antes de lo previsto: alguna oveja negra (que creemos tener localizado) nos hurtó la cacerola y el infiernillo y nos dejó sin posibilidades de preparar la comida. Era un Jetboil Group Cooking System, un sistema muy ligero y eficaz, y le debió de gustar tanto que se lo llevó. Una pareja de fotógrafos nos prestó un infiernillo y una minicacerola para porder, al menos, calentar agua, pero es que solo teníamos un cartucho de gas, pues el otro se lo habían llevado también.
En fin, que como no teníamos posibilidades de cocinar y habíamos tenido unos dias de tiempo excelente, decidimos recoger e irnos al camping de la entrada al parque, a pasar allí la última noche.
Nos fuimos de ese lugar maravilloso con un sentimiento agridulce, pues necesitaremos un infiernillo en el último camping en Cordova, pero al final siempre nos quedarán las impresionantes vistas y algunas fotografías como la que os incluyo hoy.

jueves, 4 de septiembre de 2008

Buenas noticias

¡Ya estamos de vuelta en la red! En el interior de Denali, como no podía ser de otra manera, no hay internet ni WiFi, pero aquí, justo en la entrada, en un restaurante llamado Salmon Bake, podemos conectarnos mientras cenamos un estupendo King Salmon al grill.

En Denali, en camping de Wonder Lake, nos ha tocado el premio gordo: el monte Denali ha estado despejado dos dias y dos noches. Lo hemos visto al amanecer, al anocecer, de cerca, de lejos, de noche. ¡Una pasada! Nos ha hecho un tiempo de escándalo. Y, para rematar, esta tarde hemos tenido un espectáculo que no esperábamos: una familia de castores nos han deleitado durante una hora y media con sus accareos de ramas y construcción de su casa.

Ahora no puedo poner fotos en el blog porque todavía no he bajado las miles de fotos de osos, auroras, denalis, castores, caribúes, etc, que tenemos, pero a ver si mañana puedo subir algunas.

Os dejo que me tengo que tomar el postre -!tarta de berries!.