Como la noche había sido despejada -y muy fría- pudimos ver el amanecer desde el refugio, con los primeros rallos de sol sobre los Cuernos del Paine y algunos otros picos en la lejanía.
Después del desayuno abandonamos este lugar para volver a la hostería Torres, donde habíamos dejado el automóvil. Durante todo el camino estuvo despejado y pudimos ver la majestuosidad del paisaje, que no habíamos podido disfrutar a la ida.
Hacía mucho frío, y en las zonas sombrías el hielo formaba curiosas formas en los charcos del suelo.
También vimos plantas heladas, y numerosas aves durante el camino:
Teníamos que continuar el viaje y dirigirnos al sur del parque, a la posada Río Serrano. En la hostería Las Torres pudimos llenar el depósito (no te dan más que 15 litros, pero nos bastó con 12) lo que nos daba garantías de podernos mover por el parque sin problemas de combustible. Recorrimos los deteriorados 7 Kms hasta la entrada del parque con mucho cuidado, especialmente el paso por el puente, donde cabía justo nuestro auto (tuvimos que plegar los retrovisores para no rozarlos con el puente).
Justo antes de cruzar el puente pudimos ver un poco de las Torres, y una majestuosa águila mora en un árbol seco.
Durante el camino hacia la posada pudimos ver una gran cantidad de guanacos, algún cóndor y bonitos juegos de luces con las montañas desde el lago Pehoe.
Al llegar a la posada descubrimos que no tenían nuestra reserva: al parecer lo habían interpretado como una consulta, no como una reserva en firme. El encargado se mostró muy amable y lo pudimos resolver, e incluso pudimos cenar esa noche, después de un fatigoso día de viaje.
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