viernes, 23 de marzo de 2012

Entre miles de aves

25-Julio-2011
Uno de los objetivos de viajar a lugares lejanos y poco frecuentados es la posibilidad de disfrutar muy cerca la vida salvaje. En esta ocasión fue en Hyttevika (77°3' N 15°8' E), en una preciosa y soleada mañana de Julio.
Dejamos las embarcaciones en la playa, cerca de un refugio, y subimos una pequeña ladera para encontrar  un gran colonia de miles de pequeñas aves.

Mientras subíamos las aves se movían en grandes grupos a nuestro alrededor. Una vez arriba bastaba con estar muy quieto y en silencio para que perdieran el miedo y se acercaran a nosotros.


Se trataba de una colonia de little auk (alle alle) o mérgulo atlantico. Son muy pequeños, con una cabeza muy grande. Les gusta anidar en este tipo de acantilados, y suelen agruparse en miles de individuos.

Como podéis comprender, estuvimos varias horas disfrutando de estas aves, pues el día era perfecto para ello.
Abajo, en la playa, pudimos ver varios skuas, el depredador de estos lugares. Estaban un poco nerviosos de ver a tanta gente, y se acercaban a nosotros de forma amenazadora, protegiendo su territorio, por lo que no estuvimos mucho tiempo con ellos.


Un lugar hermoso, un tiempo perfecto, abundante vida salvaje. ¿Qué más podemos pedir?


Compañía de madrugada

25-Julio-2011

Una de las características peculiares del Ártico en verano es el sol de medianoche. A las 3 de la madrugada el líder de la expedición nos avisa por los altavoces de que nos acercamos a un par de ballenas jorobadas. Inmediatamente nos vestimos adecuadamente y salimos al exterior donde, efectivamente, encontramos a dos ballenas, un adulto y una joven, que se mueven lentamente alrededor del barco.

Parece increíble estar en plena "noche" y poder fotografiar sin dificultad a esos hermosos y grandes animales. Bueno, en realidad sí que fue difícil, porque se fueron acercando al barco cada vez más, hasta estar tan cerca que no podíamos enfocar y disparar adecuadamente.

Parecía como si el adulto estuviera enseñando el barco al joven, en una especie de clase práctica sobre las diversas criaturas marinas que se podría encontrar en su vida.
Después de unas cuantas idas y venidas se alejaron de nosotros, que seguimos nuestro camino de exploración. Un curioso y emocionante encuentro de madrugada.

sábado, 17 de marzo de 2012

80ºN

22-Julio.2011

Hoy hemos llegado al punto más al Norte de nuestro viaje: 80°28' N 20°36' E. Nuestra intención era seguir hacia el Este y bordear la isla de Nordaustlandet pero este año el hielo no se ha derretido lo suficiente como para hacer esa travesía y hemos tenido que darnos la vuela.

Resulta extraño pensar que desde aquí al Polo Norte ya no hay más tierra, sino solo un mar helado, con innumerables grietas y lagunas. Pero quizá lo más extraño es que no hace nada de frío: la tarde es perfecta, sin viento, con un magnífico sol brillando en el cielo. Como las condiciones son tan buenas decidimos darnos un paseo por el hielo.

Nuestros guías aprovecharon para contarnos más historias sobre la exploración ártica, y nos ofrecieron el obligatorio ritual de la copita de vodka.

Pero siempre hay que estar atento, pues estamos en el territorio del oso, y nunca hay que bajar la guardia. Por eso siempre había un guía vigilando el horizonte, para nuestra seguridad.

Al volver al camarote pensé en el fascinante día que habíamos tenido: las morsas, los osos, el paseo por el mar helado. ¡Una auténtica experiencia ártica!


lunes, 12 de marzo de 2012

Encuentro con las morsas

22-Julio-2011

Las morsas (Odobenus rosmarus) son animales enormes. Las vimos en Lågøya (80°21'52" N 18°16'43" E), primero en el mar, cerca de la costa, alrededor de las Zodiacs, elevando sus cabezas por encima del agua, mostrando curiosidad por esos extraños "animales" de goma. Entonces no pudimos apreciar su verdadero tamaño, pero en cuanto las vimos en tierra es cuando su tonelada de peso se hizo evidente.



Les gusta estar juntas, unas encima de otras. Y esto provoca constantes peleas para ocupar el mejor lugar en el grupo.



Al ser animales tan grandes siempre hay que ir con mucho cuidado, y dejar una distancia prudente para no alterar su comportamiento. Al principio nos acercamos lentamente, y las estuvimos observando tumbados, para que no nos vieran, como muestra esta fotografía.



Pero no parecían muy preocupadas por nosotros. Su gran curiosidad le hacía acercarse poco a poco hacia donde nos encontrábamos, llegando lentamente hasta unos pocos metros de nuestras cámaras.



Elevaban sus cabezas intentando comprender quiénes éramos y si si representábamos una amenaza. Como estábamos quietos y en silencio pudimos observarnos mutuamente mucho tiempo, pero ellas se cansaron antes que nosotros y volvieron a sus peleas y juegos.



Por allí también había aves anidando en la playa y teníamos que tener mucho cuidado para no molestarlas. 


Si se les molestaba dejaban el nido y nos atacaban, dándonos golpes en la cabeza con sus picos, y podía resultar peligroso. 

Fue una mañana muy intensa, donde cumplimos otro de los objetivos del viaje: las morsas.