De regreso al barco disfrutamos de un suculento desayuno, aunque lo hacemos con mucha rapidez pues hace un día fantástico. La cubierta del barco es un lugar privilegiado para disfrutar de la travesía por el estrecho de Gerlache hacia la bahía de Dallman.




Pero lo mejor estaba por llegar. Nos dijeron que esta zona es muy rica en alimento y que tendríamos la oportunidad de ver alguna ballena. Efectivamente, pronto vemos a un pequeño grupo de ballenas jorobadas no muy lejos del barco.

Pero lo más divertido fue cuando una de las ballenas se pone boca arriba y abre los brazos, como si quisiera darnos un abrazo de despedida.




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