Después de una rápida comida (hay que aprovechar este día tan bonito) embarcamos en las lanchas para explorar las islas Melchior. Estas islas se sitúan entre Anvers y Brabant, en el centro de la bahía de Dallman, en el archipiélago de Balmer. Las islas no tienen mucha altura pero están cubiertas de una gruesa capa de hielo, con apenas tierra libre donde desembarcar.. En una de esas islas se encuentra la estación argentina Melchior, ocupada solo en verano.


Por supuesto no pueden faltar icebergs de sorprendentes formas:







Pero todos estamos esperando ver ballenas jorobadas. El día es perfecto: aire limpio, mar en calma, de un bellísimo color azul, nada de viento.

Las miradas clavadas en el horizonte, en busca de siluetas negras; los oídos atentos al más mínimo signo de movimiento. Nos balanceamos lentamente sobre las lanchas, en silencio, esperando.



Vemos tres ballenas jorobadas (Megaptera novaeangliae), que parecen disfrutar del día más que nosotros. En estas fechas llevan ya varios meses alimentándose y se presentan muy tranquilas, incluso curiosas. Nos acercamos lentamente, para verlas más de cerca, procurando no molestarlas.




Las horas iban pasando y teníamos que regresar al barco, pero el espectáculo era tan fascinante que nadie quería irse. El piloto de nuestra lancha, biólogo y fotógrafo, llamó al barco y le pidió al líder de la expedición que nos dejara un poco más, que este "encuentro en la tercera fase" era algo único. Tanto entusiasmo demostró que el líder nos dejó disfrutar una hora más. Y entonces empezó lo mejor. Las ballenas se empezaron a acercar casi con descaro, pasando de una lancha a otra, como para darnos la opción a todos de verlas de cera, de muy cerca.






De regreso al barco todos mostrábamos la alegría y satisfacción en nuestros rostros, algunas más que otras:
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